El 2024 ha sido un año convulso, entre guerras, posverdad y traumas post pandémicos que aún nos dejan una especie de Catatonia Global acerca de nuestro futuro. Es global porque te toca, me toca y nos involucra como individualidades presentes en este espacio: en nuestras calles, nuestras costumbres, formas de vida y de relacionamiento con las cosas, nuestra personalidad y percepción sobre la realidad.
Dentro de este ciclo de cosas, hay cosas que cambian y otras que prevalecen. Uno de esos aspectos, pasa por la relación con nuestro entorno: la naturaleza, sus recursos y la manera como nos relacionamos con estos contextos. Allí está el núcleo de esta conversación: ¿Qué significa la sostenibilidad y sus enfoques?, ¿Por qué es importante hablar de esto?, ¿En que nos incumbe? y ¿Cómo podemos participar?
Tecnología: El progreso con alto costo
Cada transición tecnológica que hemos dado como civilización humana, desde la trinidad que Jeffrey Sachs determina las edades de la globalización: Geografía Física como cantera de recursos implicados (fauna, flora, clima y hábitat natural en general), Tecnología como los elementos tangibles e intangibles de nuestros sistemas de producción, y las Instituciones como organizaciones que regulan nuestros códigos sociales (leyes, política, ideas de organización social).
Cada ciclo civilizacional ha sido marcado por un enfoque donde el ser humano coexiste con su geografía física, a través de sus necesidades, percepciones y valoraciones acerca de los recursos y su provecho en función de nuestra existencia. A partir de esa comprensión particular de su realidad, ejerce su inventiva para hacer uso de esa geografía física para construir mecanismos o artilugios que puedan alcanzar un ideario de bienestar personal o colectivo (para algunos, esto es la premisa o definición del progreso). La suma de impresiones, acciones, contradicciones y ambivalencias en el devenir de los grupos sociales se decantan en las instituciones, cumpliendo con la finalidad de organizar códigos, costumbres y nociones sociales que tienen los grupos sociales parte de una sociedad.
¿Por qué es importante este recuento? La tecnología y la contaminación siempre han ido de la mano, al ser considerado el costo de los saltos de modernidad que hemos dado como civilización. Antes de la revolución industrial, estos costos podían ser mitigados por los procesos naturales del medio ambiente: Nuestros materiales tenían un componente químico mas nativo a la procedencia natural de su extracción y sus formas de fabricación estaba enfocada a la maniobra rupestre de la época.
Todo cambia con la era de la industrialización: El procesamiento de los materiales son químicamente mas elaborados y conjugados con un nivel de experticia avanzado a la época, mientras que los mecanismos de producción dieron un salto sustancial en su realización y funcionamiento. Saltamos de la rueda al automóvil y a su vez, a la máquina de vapor. El aprovechamiento de la geografía física se hizo mucho mas agresiva, dando paso a dos términos clave en esta reflexión: Extractivismo y Explotación. Las tecnologías de producción y generación de bienes & servicios se llevaron a una escala exponencial, a la medida de una lógica de demanda global que aceleraba constantemente.
El punto de no retorno: la necesidad de lo sostenible
Este ritmo llevó a la creación de productos de avanzada satisfacción de necesidades (distracción con televisión, radios; movilización con vehículos y combustible; defensa con armas y escudos; alimentación con productos procesados como cereales, entre otras). Sin embargo, este factor implicó el uso de elementos químicos procesados que no se degradaban con el medio ambiente, dejando daños en los recursos naturales por generar y en los usuarios que hacían goce de ello, en una proporción importante: irreversibles.
Por ende, cuando se toca el tema de las instituciones desde la lógica trinitaria de la Globalización de Sachs, llegamos al punto esencial de la sostenibilidad. Como cualquier lucha, grupos sociales sacrifican la estabilidad y estabilidad de los suyos para que estas eventualidades pudieran ser presentadas como un problema global en las instituciones (Gobiernos, Organizaciones, Naciones y Empresas). En 1987, un grupo de expertos de la Comisión Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo y el Ambiente presentó a la Asamblea General de la ONU, el Informe Brundtland – “Nuestro Futuro Común”.
Dicho informe presenta una idea lapidaria para las futuras generaciones: “La humanidad tiene la capacidad de hacer que el desarrollo sea sostenible para garantizar que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.” La sostenibilidad es encontrar mecanismos alternativos que permitan satisfacer las necesidades de hoy sin comprometer la capacidad del futuro, con mesura de los recursos naturales y promoviendo modelos amigables para la preservación del planeta.
Lo sostenible: un objetivo, múltiples miradas…
Sobre esta idea, múltiples aristas: ¿Qué quiere decir un criterio mesurado?, ¿Quiénes son los culpables de la desmesura?, ¿Quién fija los limites hacia lo que ambientalmente nos perjudica?, ¿Qué tenemos que cambiar para revertir el daño?, ¿Hay daños irreversibles? En esa tónica, hay múltiples lecturas y enfoques sobre la sostenibilidad: reformar o eliminar formas de producción para salvar la humanidad, regular o erradicar hábitos de consumo humano, repensar los valores de libertad, igualdad, propiedad y equidad en este contexto de sostenibilidad.
Pero hay premisas claras en el enfoque de la sostenibilidad: Los recursos naturales se encuentran en peligro por la manera clásica por la que el ser humano se relaciona con la naturaleza y esta poniendo en riesgo la estabilidad presente como futura de nuestra civilización. Es una discusión que compete a toda la humanidad porque nos hace reflexionar sobre la manera que producimos, consumimos y desechamos bienes, así como en las secuelas: desde esquemas de desigualdad social en términos de justicia climática, pasando por el agotamiento de reservas naturales y el impacto de alimentos y productos procesados de nuestra cotidianidad, en nuestro organismo. La pregunta de esta época es: ¿Será la misma tecnología quien ponga freno a su contaminación derivada?
La importancia de pensar y tomar parte de este reto puede repercutir en la medida que podamos rescatar tiempo y capacidades a favor del planeta, desde pequeñas acciones pasando por formas novedosas de asociación que prioricen nuestra relación con el medio ambiente.
Hace 36 años, se habló de “Un Futuro Común”.
Hoy, ese futuro es presente y toca tomar partido por “Nuestro Hogar Común”.
Autor: Jonathan Maynard